Cieneguilla (Lima), Perú.- Iglesia de San José. |
Plaza de Armas de Cieneguilla. |
Puede que la veas mejor si haces clic sobre la foto y luego pulsas F11.
«Toda la costa de aquí adelante es baja, aunque a algunas partes hay sierras de rocas peladas, y todo arenales muy espesos, en los cuales jamás creo llovió ni ahora llueve ...»
Crónica del Perú
Pedro Cieza de León (mediados del Siglo XVI)
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Reconozco que soy persona de muy malas costumbres y, de entre ellas, ninguna peor que la lectura pues no sólo quita horas a mi sueño, sino que pervierte mi mente y me lleva a raras y extrañas conclusiones.
Es así como he llegado al convencimiento de que hace mucho tiempo —calculo que debió de ser antes de la guerra— los españoles no andaban lloriqueando y soltando el moco por las televisiones como débiles becerros, ni se regodeaban haciendo público alarde de sus miserables miserias en un intento de llamar a la compasión ajena y, al tiempo, ganar el concurso de «¡Pobre, ay de mi!». Eran épocas en las que a ninguno de ellos se le ocurría que se pudiera vivir a expensas de los demás en base a subvenciones, prestaciones sociales, ayudas y pensiones para las que poco o nada se hubiera aportado, etcétera. Aquellos españoles eran sobrios, esforzados y, pásmense ustedes, tenían a honra el servicio a su Rey, es decir al Estado que aquel representaba, y cuando ya viejos solicitaban alguna renta lo primero que hacían era acreditar documentalmente sus méritos.
Hasta físicamente eran distintos a nosotros —cosas de la involución supongo— pues en los textos, la pintura y escultura se los representa con dos bolas que le cuelgan de la entrepierna. Bolas éstas o pelotas que nosotros ya hemos perdido.
En mis raros momentos de lucidez me digo que no puede juzgarse a aquella sociedad y mucho menos aplicarle criterios comparativos con nuestra visión del Siglo XXI pero, aún así, lo de que hayamos perdido las pelotas me tiene preocupado. ¿Qué función tendrían?
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Texto tomado de: «Reflexiones de un Tarado».
Atribuido a: Miguel Arcángel de Vallejera y de Riofrío.
NOTA: Cieneguilla es una pequeña localidad que ocupa un estrecho valle por el que discurre el río Lurín. Según como se mire, era la primera o última etapa del Camino Inca que unía el centro de culto de Pachacámac, en la costa, con la ciudad del Cuzco, en lo alto de la cordillera andina, atravesando arenales y duras y peladas serranías a través de trochas que hoy nos ponen los pelos de punta, pero que nuestros compatriotas del siglo XVI recorrían a píe y a caballo. ¿Cómo lo hacían? pues, con eso, con dos pelotas, y no de fútbol precisamente.
Juan Bautista José Cabanilles (S. XVII) - Cabalgata.
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Regresando de una Semana Santa pasada por agua, procuraré ponerme al día rápidamente.
ResponderEliminarFeliz Pascua a todos.
Editorial photos and very good editing.
ResponderEliminarPara ser una localidad pequeña, tie e una iglesia de preciosa arauitectura.
ResponderEliminarLas cordilleras que se ve al fondo de la plaza forman un bonito paisaje.
Besos
Great photos of beautiful building.
ResponderEliminarHugs.
Muy buenas imágenes Miguel, la iglesia es encantadora, me recordó una maqueta, un edificio de cuento y la perspectiva de la segunda es sensacional. Las dos con un tratamiento magnífico.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amigo.
Ya puedo comentar. Me lo ha arreglado mi hija, que es maravillosa, es la mejor persona del mundo y del universo.
ResponderEliminarComo siempre, el texto que acompaña a esas dos impecables imágenes, es acertado y divertido. Eres un crack!
ResponderEliminarUn abrazo Miguel
Impressive B&W photos, Miguel! Love them both!
ResponderEliminarKisses:)
Beautiful Miguel.
ResponderEliminarThe temple is majestic!
ResponderEliminarYou always present the photographs with great visual impact.
Happy Easter, Miguel!
A hug.
Un par de excelentes imágenes, la primera con un contraste magnífico es verdaderamente espectacular.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dos buenas imagenes, la primera me ha encantado, la arquitectura sencilla y con personalidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parecen lugares en mitad de ninguna parte.
ResponderEliminarY la primera me impresiona especialmente, esa arquitectura contrastando con la aridez que se intuye del paisaje.
Un abrazo Miguel y buena semana.
Buena reflexión ésa de que no se puede comparar a aquellas gentes con las actuales, ni siquiera juzgarles con el prisma de la mirada actual, mala costumbre que tienen los guionistas y novelistas de hoy en día a la hora de acercarnos a ellos. Gentes duras, curtidas, sin tierra donde caerse muertos y dados a mil aventuras al otro lado del océano. Llevamos su ADN, seguro, pero poco más.
ResponderEliminarUn saludo
Lo hacían por que el hambre los acuciaba Miguel, ahora como mtodo nos sobra no tenemos bemoles pra hacerlo.
ResponderEliminarExcelentes las dos.
Besos.
No comento las fotos. Hoy toca el texto: ¡Sí señor! totalmente de acuerdo contigo. Puede que, como dice Laura. M que por el hambre que tuvieran (es un buen motivo para echar pelotas al asunto) pero creo que sí que tenían más reaños...
ResponderEliminarSalu2