Santuario de Pastoriza, Arteixo (A Coruña) - España
El poder, dominio o autoridad, sea cuál sea su origen -divino o humano- o el modo en que se adquiere -de facto o de derecho- sólo se consolida mediante su ejercicio. Resulta así que, cuanto más domina el dominador al dominado, mayor es su poder y más crece su autoridad.
Ahora bien, ¿cómo se ha de ejercer el poder para consolidarse en él?. Desde luego no con la persuasión, pues ésta no siempre alcanzará a la totalidad de los pueblos y alguien puede tratar de persuadir a las masas en contra de aquello que interesa a la autoridad. Es por ello que el poder, el dominio y la autoridad han de ejercitarse a través de la "Prohibición" o de la "Obligación" que, en esencia, no es más que otra forma de prohibir.
Baste para probar esta tesis que ácratas o anarquistas de todo tipo, conscientes del valor de la prohibición para mantener el poder una vez alcanzado éste, proclaman como base ideológica de su doctrina: "Prohibido prohibir".
Texto extraído de: "Los delirios de un pobre hombre que pasea con su perro"
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- Pues qué ha de ser. Usté que es ilustrado me podría decir qué pintan estos globos tirados en el suelo.
- Verá, no son globos, son tulipanes y es una escultura de un artista bastante controvertido que se llama Jeff Koons.
- Serán, serán, pero como éstos le compro yo a mi nieta en las fiestas del pueblo, sólo que más chiquitos pa que pueda manejarlos. ¡Y no se me cabree, que ya le veo la cara!
- No se preocupe. Sabe, en esta ocasión creo que tiene usted más razón que un santo. ¡Y colóquese bien la boina, coño, que se le va a enfriar el colodrillo!
NOTE for those who follow me in English: -"Coño" = Interjection to express different moods, especially surprise or anger. Not necessarily mean pussy. -"Colodrillo" = back of the head.
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(Puede que se vea mejor si haces click sobre la foto)
Es bien sabido que los recién nacidos, salvo las excepciones que confirman la regla, no sólo no son guapos, sino que, por el contrario, son feos, arrugados, chillan como ratones y no se parecen a nadie, ni tan siquiera a la abuelita; todo eso sin aludir a que las más de las veces huelen que apestan y si los coges en brazos te empapan de orines. Eso sí, las convenciones sociales exigen decir aquello de "¡qué rico, que bien hechecito está, es precioso y, mira, mira, se parece a su papá!" mientras pones cara de tonto y voz de alelado. Menos mal que son cosillas que generalmente se corrigen con el simple paso del tiempo.
No ocurre lo mismo con las novias en el día de su boda. Con ellas no es necesario recurrir a la hipocresía de lo social y políticamente correcto porque las novias, sin excepción, tienen todas la virtud de transfigurarse en seres hermosos y etéreos convirtiéndose, aunque sea por unas horas, en diosas de la belleza.
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Distrito Mission (Mission St.). San Francisco (Ca)
- Mi barrio es bohemio, alegre y colorido. Nuestras tiendas son pequeñas, abigarradas y sí, también aquí ponemos tenderetes en la calle. Vivo en Mission, como casi todos los hispanos.
Eso fue lo que me contó un fotógrafo boliviano con el que coincidí en el salón de pedicura de Andrea, y añadió: "siempre lo fotografío en blanco y negro porque, de lo contrario, el color revienta por todas partes y nubla mi vista". ¿Será verdad?, me pregunto.
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En medio del ajetreo del casco viejo de San Sebastián, este músico ponía su nota de calma a través de los sonidos de un moderno instrumento llamado Hang.
Si quieres saber como suena, basta con que pulses en play.
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Tap,tap, tap -resonaba el martillo al golpear el cuero contra la horma-. Ahora me limito a repararlos, remendón me llaman, pero algún día mis zapatos serán tan exclusivos que sólo unos pocos, los más pudientes, se permitirán usarlos.
Top, top, top -pensaba el zapatero-. Yo no lo veré, pero sí mis descendientes. Habrá un tiempo en que los atrofiados píes del hombre resultarán inútiles. Ya nadie precisará zapatos y, para entonces, mi nombre estará en los carros que surcarán los cielos de las ciudades y en las naves que cruzarán el espacio en busca de las estrellas.
NOTA: Johan Nordström llegó a los Estados Unidos como emigrante y comenzó su andadura como zapatero... ¿remendón?.
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Nada, absolutamente nada, puede justificar lo ocurrido recientemente en París, como tampoco lo ocurrido antes en diversos lugares, Madrid entre otros.
Me han dolido mucho las muertes de esos trabajadores de la revista Charlie Hebdo, tanto como las de los policías y los rehenes en el supermercado judío, no así las de los terroristas por quienes no puedo sentir ni el más mínimo atisbo de simpatía. Mais non, je ne suis pas Charlie.
He sentido, junto con el dolor, la rabia al ver atacados nuestros valores, nuestra civilización y cultura y me he emocionado al ver a ese pueblo francés, unido sin fisuras, levantarse con una sola voz frente a la sin razón. Mais non, je ne suis pas Charlie.
También he sentido dolor y rabia al darme cuenta de que, aquí, en España, nunca un diputado se arrancará a cantar el Himno Nacional en el Congreso y será seguido por todos, digo por todos, independientemente de ideologías, credos y orígenes. Pero, claro, nuestro Himno Nacional ni siquiera tiene letra -indudablemente para que no podamos cantarlo- y, aunque la tuviera, muchos sentirían vergüenza de hacerlo. Mais non, je ne suis pas Charlie.
He sentido como la defensa de esa civilización occidental, de la que fuimos un pilar fundamental, ya nunca podrá fiarse a los españoles. Mais non, je ne suis pas Charlie
Y es que yo no puedo ser Charlie Hebdo porque nunca he compartido su línea editorial basada, no en un más que discutible humor, sino en el burdo insulto y la intolerancia ante las creencias de millones de personas cristianas y musulmanas.
Yo no puedo ser ese Charlie Hebdo que se mofa de que el Corán no sea capaz de detener las balas que masacraron a un largo centenar de personas en una plaza de Egipto. Ni tampoco ese otro que se ríe de la Virgen María publicando imágenes obscenas sobre ella.
Je ne suis pas Charlie, pero bajo ningún concepto puedo entender y mucho menos justificar lo que ha ocurrido. No nos engañemos, nada, absolutamente nada, ni siquiera sus ataques al derecho de millones de personas a tener o no sus propias creencias religiosas pueden justificar tamaña barbarie.
Y también pienso que hacer mofa de las libertades y creencias de los demás no es precisamente ejercer la libertad de expresión.
Es mi pensamiento, así lo expreso, y espero no haber ofendido a nadie con ello; nada más lejos de mi intención.
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NOTA: Para ver mejor la imagen, haz click sobre ella
-¡No pises en negro, no pises la raya! -martilleaba la voz en su cerebro.
El hombrecillo avanzaba en zigzag, titubeante, dando saltitos. Su mirada, fija en el suelo, reflejaba una rara concentración.
-Está loco, está loco -susurraban al pasar y se apartaban de su camino mientras, ajeno a todo y sumido en su obsesión, continuaba con su extraño ritual- ¡No pises en negro, no pises la raya!.
No había caminado ni medio pasillo cuando el pánico se apoderó de él. Saltó y se escondió tras una vitrina refulgente y allí se quedo, encogido, temblando.
Cuando al día siguiente abrieron la tienda lo encontraron dos vigilantes. Estaba en el mismo lugar, acurrucado y frío en posición fetal, con los ojos desorbitados y la boca abierta en una horripilante mueca paralizada en medio de un grito silencioso.
-¿Qué estará pasando? No lo entiendo. Ya van cuatro en esta semana -dijo el mayor de los vigilantes mientras se disponía a llamar al centro de control.
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Fue muy sencillo. Un primer paso consistió en obnubilar sus mentes mediante luces, sonidos, perfumes y el curioso atractivo que en ellos despertaban los colores. En esta primera fase ya los hacíamos trabajar usando como señuelo unos papeles pintados de verde a los que llamábamos dinero. ¡Pobres! nada más recibirlos corrían a nuestros centros de condicionamiento de la conducta para proseguir con el programa.
Luego hicimos que dejasen de pensar. Instrumentalizamos grupos a los que llamamos políticos para que una y otra vez repitiesen nuestras consignas hasta que, sin darse cuenta, llegaron a un pensamiento único y global. ¿El nuestro?, no, simplemente el que nos interesaba.
De forma simultánea anulamos cualquier vestigio de voluntad y ya no fueron capaces de tomar decisiones por sí mismos.
Ahora siguen trabajando, pero ni siquiera saben que lo hacen. Ya no les damos papelillos pintados y las luces, colores, sonidos y olores son cosas del pasado. Nos limitamos simplemente a mantenerlos vivos en tanto nos sean de utilidad y, como el proceso de eliminación aún genera en ellos una ligera reacción, estamos sembrando una nueva idea que hemos llamado eutanasia. El resultado esperado es que, alcanzado un determinado nivel de obsolescencia, se autoeliminen de forma complaciente.
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- Oiga, amigo, y ésto ¿qué es?. Verá, es que a mi me han traído de excursión y yo de estas cosas no entiendo mucho.
- No se preocupe, yo le cuento. Se trata de un conjunto escultórico compuesto por tres piezas creadas por un grandísimo artista llamado Eduardo Chillida que, de una magnífica obra figurativa, fue evolucionando hacia una no menos magnífica, pero repetitiva, obra abstracta.
- ¡Ah, carallo, ya veo, ya veo! Y ¿cómo se llama esta cosa astra lo que sea?
- El nombre es "El Peine del Viento", así, en singular, sin concordancia de número, puesto que son más de uno.
- ¡Cuánto sabe usté! Pero, fíjese; con todo respeto y sin animo de ofender, qué diría si yo le dijera que a mi más me parecen tijeras de peluquero o tenazas de zapatero...
- Pues diría que es usted un bárbaro inculto incapaz de apreciar la belleza y armonía presentes en la relación entre la materia ruda y pesada y el vacío etéreo envuelto entre sus formas.
- Perdone, perdone. No se ponga usté así, ¡para qué diría yo nada!
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