Era de Acuario, año 2020, mes de abril.

Flores silvestres de los caminos.

Puede que la veas mejor si haces clic sobre la foto y luego pulsas F11.

Esta misma mañana estuve guasapeando con mi amigo Nicasio y, mira tú por dónde, me hizo ver que las cifras de contagiados y de muertos por causa de la COVID-19 que nos están facilitando no son otra cosa que un engañamuchachos y no ya porque estén manipuladas, que lo están como ha puesto de manifiesto algún que otro juzgado, sino porque nos las presentan en valores absolutos que no significan nada. De ese modo nos cuentan como en EE.UU. están mucho peor que nosotros y no es cierto.

Mi amigo Nicasio, que es muy aficionado a las matemáticas, sostiene que esas cifras, incluso las de curados, sólo cobran significado real si se las relaciona con la población de cada país y, tomando los datos oficiales del Ministerio de Sanidad del día 8 de abril, me demuestra que la tasa de contagiados de España (311,9 por cada 100.000 habitantes) es la más alta de todo el mundo, bastante superior a la de los países de nuestro entorno, Italia incluida, y casi triplicando la de los Estados Unidos.

Siempre según lo números de mi amigo Nicasio, nuestra tasa de mortalidad (31 fallecidos por cada 100.000 habitantes) es también la más alta del mundo y, por supuesto, a años luz de la de Estados Unidos que se situaba dicho día en 3,9 muertos por cada 100.000 habitantes.

Si hablamos de letalidad —número de muertes por cada 100 contagiados—, con un 9,92% ocupamos el tercer puesto a nivel mundial, solo precedidos por Italia y el Reino Unido de la Gran Bretaña.

Estas cifras nos dicen que, o bien tenemos una sanidad penosa, la peor del mundo si nos atenemos a estos hechos, o que la gestión gubernamental de la pandemia, pese a las advertencias que ya en enero estaba haciendo la OMS, ha sido y sigue siendo un auténtico desastre. 

Como siempre hemos estado de acuerdo, y así nos lo ha venido diciendo nuestro actual Gobierno en días pasados, en que la sanidad española, pública o privada, pero especialmente la pública, es una sanidad de primer nivel que sirve de ejemplo para el resto de mundo, hemos de concluir necesariamente que la responsabilidad de que ocupemos los primeros puestos en este ranking de enfermedad y muerte corresponde exclusivamente a un Gobierno incapaz de gestionar una epidemia de la que no puede alegar que no estaba advertido con tiempo suficiente.

Claro que ustedes no deben hacerme caso a mi, como yo tampoco le hago ni caso a mi amigo Nicasio.

Pero, por si acaso, renuncio a salir a mi ventana para aplaudir, renuncio a aporrear mis cacerolas y reniego de cualquier acto cómico - festivo. Estoy de luto y no me apetecen fiestas. Y, creanme, me ha entrado miedo al saber que vivo en el país del mundo con mayor tasa de contagio y mortalidad por la COVID-19.

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Texto tomado de: «Reflexiones de un tarado».

Autor: Miguel Arcángel de Vallejera y de Riofrío.

Nos vemos en abril - Los Secretos.

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