El jubiloso anhelo de un colorín en alboradas hibernales de carencia.

El jubiloso anhelo de un colorín en alboradas hibernales de carencia.

Puede que la veas mejor si haces clic sobre la foto y luego pulsas F11.

—¡Oiga, por favor! —dijo Atanasio dirigiéndose al autor con todo respeto y sombrero en mano— Verá, es que yo soy de pueblo... ¿Qué ha querido decir usted con esta «afoto» o, por lo menos, dígame qué carallo es?

—Señor mío, los artìstas nos limitamos a realizar propuestas para una élite culta y elevada que, con la preparación y cartera adecuadas, sea capaz de desarrollarlas a un nivel metafísico y trascendente de modo que psique y mente, fundidas en una experiencia místico—orgiástica, alcancen la esencia de eso que llamamos arte; concepto éste, por otra parte, inaprensible.

—¡Manda carallo! ¡Qué tiempos! ¡Hasta para ver una «afoto» tiene uno que ser catedrático! —exclamó Atanasio mientras ser rascaba el colodrillo sin parar.

—Bueno, bueno, su primitivismo y supina ignorancia de los cánones por los que se rige la expresión artística contemporanea han hecho que me apiade de usted y, aunque está más alejado de cualquier ruta iniciática que lo ayude a comprender que la estrella Aldebarán lo está del Sol, le diré que es algo que le encanta comer a los jilgueros.

—¡La madre que lo parió! ¡Todo esto para decir que es un puto cardo! —dijo Atanasio y sus sonoros juramentos restallaron como latigazos por la sala de exposiciones.

Lentamente todos los asistentes menos dos, respaldando a Atanasio, avanzaron hacia el artista que, al ver sus rojos ojos asesinos clavados en él, salió corriendo «por patas», como dicen en mi pueblo.

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Texto tomado de: «Han ser contos».

Atribuido a: Miguel Arcángel de Vallejera y de Riofrío.

BSO de Psicosis - Bernard Herrmann.

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