Amarradero sin amarras. |
Puede que la veas mejor si haces clic sobre la foto y luego pulsas F11.
Medardo Casto siempre había sido un hombre tranquilo hasta aquella mañana primaveral en que decidió soltar amarras hastiado de que anónimos «creativos» dirigiesen su vida a través de la publicidad dictándole qué hacer, cómo y dónde pero rara vez por qué; harto de ver cono llorones moqueantes exponen en la plaza pública televisiva sus degradantes y míseras miserias; cansado de observar cómo la fama acaricia a gentes cuyos méritos no pasan de dar coces a una pelota, enrollarse en la cama bajo un edredón a la vista de todo el mundo o «diseñar» esperpentos que nadie se pone y presentarlos en una pasarela a paso de caballo percherón, pongo por caso, mientras que científicos, filósofos y pensadores en general son ignorados.
Hombre de edad provecta, Medardo Casto se dirigió a la amura de estribor para soltar los cabos y fue entonces cuando reparó en que hacía muchos años que éstos habían desaparecido fruto de la podredumbre. Hasta tal punto el deterioro se había enseñoreado de aquel mundo que el antaño duro amarre de hierro se caía a pedazos al menor soplo de viento, sin duda a causa del ácido vómito corrosivo de buenismo farisaico desbordado por las redes sociales y que inunda todos los rincones de prédicas filosóficas de tres al cuarto.
No quiso lamentarse por el tiempo perdido —en realidad de nada serviría hacerlo y aún le quedaba vida por vivir— así que enfiló su barco hacia la bocana del puerto rumbo a la Libertad. El primer encontronazo lo tuvo al doblar la escollera cuando, agitando los brazos, gritó «¡adiós farero!» y aquel, muy enojado, respondió «¡cagüen la, cómo habré de decirle que no soy farero, que soy Técnico de Sistemas de Ayuda a la Navegación!».
—¡Qué te den! —respondió Medardo mientras, como muestra de rebeldía, se quitaba los incomodos slip que tiró por la borda y se ponía unos calzoncillos de los de toda la vida.
—¡Qué te den! —respondió Medardo mientras, como muestra de rebeldía, se quitaba los incomodos slip que tiró por la borda y se ponía unos calzoncillos de los de toda la vida.
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Texto tomado de: «Han ser contos».
Atribuido a: Miguel Arcángel de Vallejera y de Riofrío.
Libertad — Nana Mouskouri.
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Con la de veces que habrá servido para esa finalidad...
ResponderEliminarExcelente imagen, Miguel.
Un abrazo.
Miguel, you found the easiest metal snake. ;)
ResponderEliminarBonito detalle parece como un pájaro herido que se mira la heruda.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues nada, sí señor, cambio de muda y a por amarres nuevos.
ResponderEliminarpodi-.
Miguel!
ResponderEliminarAt first I thought it was a snake.
Very interested in the photo.
Hugs and greetings :)
Lucja
Some artist created a fascinating snake; simple and wonderful.
ResponderEliminarInteresting photograph! It has a few details but says a lot.
A hug.
La foto es buenísima pero lo que más me sorprende es como sacas los relatos tan geniales de cualquier imagen.
ResponderEliminarUn abrazo Miguel.
Fantásticas la imagen y el relato, la textura es increíble.
ResponderEliminarUn abrazo Miguel
Boa tarde, excelente descoberta bem fotografada, parece uma cobra em posição de ataque, amarra tem muita historia certamente.
ResponderEliminarAG
Muy buena Miguel
ResponderEliminarAbsolutely stunning Miguel, the rotten snake.
ResponderEliminarExcelente detalle. Las texturas son magistrales!
ResponderEliminarUn abrazo Miguel
Muy bien vista, Miguel. Las texturas hablan de miles de historias. Un abrazo.
ResponderEliminarCurioso en su forma y formidable en sus texturas, el tiempo no entiende de libertades pero su huella es a veces como una condena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Maravillosa fotografía, donde el tiempo
ResponderEliminarha dejado el amarre en una escultura.
Saludos.
Interesantes texturas de ese viejo amarradero. En la fotografía se ve un tanto difuminado de un mar en calma, cosa que dista de lo que hace hoy día...espero de que hayas escuchado las recomendaciones y no tengas la tentación de fototografiar....hoy acercarse a él, es extremadamente peligroso.
ResponderEliminarMe encanta esta composición musical, en la que Verdi, hizo una de las más bellas obras para coros que se ha compuesto.
Besos
Preciosa imagen llena de fuerza, recuerdos y vida pasada.
ResponderEliminarMuy acorde con ese hermoso relato, me encanto el final.
Un abrazo.
Parece un animal que, levantando y girando su cabeza, observa desolado el efecto del paso de los años...
ResponderEliminarLa aproximación, la composición y el juego de texturas son una pequeña maravilla.
Un abrazo.
Buena fotografía, Miguel, que bien has extraido todas las texturas que contenia ese "amarradero", encuadrandolas estupendamente.
ResponderEliminarSaludos.
Realmente espectacular el modo en que lo has captado... Una imagen magnifica
ResponderEliminarMuy original, me encanta!!!
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