Vallejera de Riofrío (Salamanca) - España |
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Apenas tendría cinco años cuando mis padres se trasladaron a la calle Mayor, junto a la iglesia, la fuente y las eras. Al desfile diario de las lecheras que a lomos de burros y caballos se dirigían a Béjar con sus cántaros metálicos llenos a rebosar, se unió ahora el de las vacas en su ir y volver de la dehesa al son de changarros y campanillas.
Las eras, aparte de lugar para la trilla y pista de baile en las fiestas de San Roque, eran campo de fútbol y de batalla. Allí, divididos en dos bandos, los muchachos de mi edad organizábamos temibles dreas —pedreas, para aquellos a quienes no les suene la palabreja— consecuencia de las cuales ninguno de nosotros estaba libre de "piteras" y todos conocíamos aquel zumbido de abejas que aturdía la cabeza cuando una piedra bien dirigida acertaba de lleno. ¿Nuestros padres?, nuestros padres, o bien no se enteraban, o no se metían. Eso eran cosas de críos y es posible que aquellos remezones de sesera sean los que, hasta el día de hoy, me impiden seguir los cánticos de sirena, silbidos de pastor y promesas electorales; claro que también hay lenguas viperinas que opinan que algún tornillo debió aflojárseme en estas lides.
La fuente, hoy en desuso y casi perdida, era por entonces famosa por su caudal y la finura de sus aguas. Su gran pilón servía para abrevar a las vacas al ritmo de los silbidos de sus dueños y, también, para arrojar en ella a los recién casados.
Sí, sí, no se asombre usted. Los recién casados, uñidos a un yugo, símbolo del vínculo que acababan de sellar, recorrían todo o parte del pueblo acompasando su paso en la tarea común de no caer y terminaban en el fondo del pilón. ¿Costumbres bárbaras? ¡No, no, ni mucho menos!. El agua, representada por esa fuente, es la riqueza por excelencia de Vallejera de Riofrío y, con este acto, todos deseábamos prosperidad y larga vida a los contrayentes. Las bodas, por supuesto, siempre se celebraban en verano salvo caso de penalti.
Yo, por si acaso, no me casé en el pueblo; para entonces ya hacía muchos años que lo había abandonado.
Yo, por si acaso, no me casé en el pueblo; para entonces ya hacía muchos años que lo había abandonado.
Texto extraído de un manuscrito hallado en la casa del cura de un pueblo y titulado: "Notas para un Borrador de Autobiografía Informal".
Autor: Miguel Arcángel de Vallejera y de Riofrío.
Nota: La serie sobre Vallejera de Riofrío consta de cuatro entradas cuyos enlaces son los siguientes:
- Vallejera de Riofrío existe.
- Vallejera de Riofrío existe - II
- Vallejera de Riofrío existe - III
- Vallejera de Riofrío existe - IV y final.
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Y este gran texto y tus formidables imágenes siguen dando fe...ahora solo falta animarse para visitarlo.
ResponderEliminarBesos
Con un Simca 1000 y todo!! Jeje! Estupendas, el texto genial.
ResponderEliminarUn abrazo
Un pueblo en el que todo está al alcance de la mano.
ResponderEliminarMuy oportuno el hallazgo de ese manuscrito, jeje.
Un abrazo, Miguel.
La primera y la tercera sin duda.. Un abrazo MIguel :)
ResponderEliminarSi las anteriores eran muy buenas...estas son buenísimas!!! Encuadres medidos y procesados muy acordes con la temàtica realzando al conjunto ese texto tan oportuno...felicidades, amigo!!!
ResponderEliminarUn gran abrazo, Miguel!!! ;)
La fuente habrá caído en desuso pero al menos permanece.
ResponderEliminarUn abrazo,
podi-.
Old buildings near the modern things.
ResponderEliminarTe superas en cada entrada... Casi todos los días pasamos a su lado para ir al huerto. Tengo que entrar a ver esa fuente;)
ResponderEliminarUn beso.
Superb images Miguel.
ResponderEliminarExcelentes imagenes de pueblo, yo pasé mi juventud en uno y fue genial, muy buen trabajo amigo.
ResponderEliminarHola Miguel! El texto es una delicia leerlo, además con tus fotografías ya es la repanocha. Muy ilustrativas, sobre todo la última que me encanta!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :)
Excelentes las imagenes y excelente el texto... Bella conjuncion, amigo
ResponderEliminarUn abrazo
¿Sabes que una mujer de Vallejera acudía a mi casa todas las semanas para vendernos leche? Rosa, creo que se llamaba, y aunque tuviese entonces seis o siete años recuerdo su cara sonrosada, su vestido de flores y sus fuertes brazos. Porque ordeñar no debe ser nada sencillo y para hacerlo se necesitan fuertes y hábiles dedos. Quizás pudiste hasta conocerla...
ResponderEliminarUn saludo
En esos lugares parece que el tiempo se ha detenido, tus procesados ayudan a verlo así también.
ResponderEliminarEl texto, como siempre, con tu característico toque humorístico. Cuántos chichones nos hacíamos y no pasaba nada, ¿verdad?
Abrazo.
Unbelievable how people still can preserve their villages. I read what you wrote with interest. It's a different history and world. In many ways beautiful.
ResponderEliminarYour photographs are outstanding! Enjoy them so much.
A hug.