De ollas y pucheros. |
Puede que la veas mejor si haces clic sobre la foto y luego pulsas F11.
El tío Melquíades, de Navacarros, tuvo la inspiración mientras se cortaba el pelo en «Ataulfo y Rinaldo Estilistas». Para no aburrirse se puso a leer una de las muchas revistas disponibles en la que aparecía un artículo sobre la costumbre que tenían «os mouros»(1) de Galicia de ocultar en las paredes o «valados»(2) panzudas ollas llenas de monedas de oro. Especificaba el autor, un reputado profesor universitario, que para localizar los escondites había dos señales inequívocas; la primera de ellas, la aparición en una «corredoira»(3) de una gallina clueca seguida por sus pollitos; la segunda, la abundancia de «herba moura»(4) y zarzas.
Melquíades, a la sazón en paro, emprendió viaje y se estableció en Oleiros(5), municipio cuyo nombre le sonó a premonición, donde comenzó a ofrecerse a los vecinos para limpiar de maleza los valados de las fincas. Éstos le pagaban con la voluntad y, por cierto, nunca las corredoiras del pueblo estuvieron tan despejadas y transitables. No encontró la soñada olla de oro, pero sí recogió y clasificó en sus andanzas innumerables piezas de cerámica que exponía en baldas de madera en el «alpendre»(6) de su casa en tanto que, propina a propina, había reunido un capital nada despreciable.
Hoy, el alpendre de Melquíades se ha convertido en el más importante museo de cerámica visigótica al norte del río Duero y es visitado por numerosos y reputados expertos en la materia. En un lugar de honor se exhibe el diploma que lo acredita como Doctor Honoris Causa por una famosa Universidad de un país extranjero.
Texto tomado de: «Han ser contos».
Autor: Miguel Arcángel de Vallejera y de Riofrío.
(1) En gallego en el original, los moros. También se refiere a un personaje mítico de color oscuro, siendo el azul el más abundante.
(2) En gallego en el original, cercas o cierres generalmente en las fincas.
(3) En gallego en el original, caminos de carro delimitados a uno y otro lado por las cercas de las fincas.
(4) En gallego en el original, planta solanácea silvestre (Solanum Nigrum) que crece al borde de los caminos.
(5) Topónimo derivado del oficio de fabricar o vender ollas de barro. Oleiros es un importante municipio de la provincia de A Coruña.
(6) En gallego en el original, cobertizo.
Scheherazade (II, La historia del príncipe Kalendar, fragmento) - Nikolai Rimsky-Korsakov.
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Interesante lección Miguel. Gracias. La imagen como siempre, genial!!!
ResponderEliminarUn abrazo i que tengas buena semana.
La foto de lujo y el texto, te llevan a vivir junto a Melquíades, tan particular historia. Sin olvidar la música, por supuesto.
ResponderEliminarFantásticos negros y esa iluminación de la panza de la olla
ResponderEliminarEs que eso no son unas ollas y unos pucheros cualquiera, no me extraña que le dieran el título de Doctor Honoris Causa.
ResponderEliminarLa foto, como siempre: perfecta!!!
Un fuerte abrazo Miguel
Light and shadow - the beauty of the image.
ResponderEliminarLas lucen y las sombras hacen que sea una buena fotografía y la historia demuestra que a veces lo subsidiario mejora a lo principal.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy buena foto y mejor relato Miguel. Acabaremos aprendiendo gallego...jeje
ResponderEliminarUn abrazo amigo
Ese es ya una pieza de Museo. Muy bien buscada las luces y las sombras.
ResponderEliminarBesos
·.
La música hila muy bien con 'han de ser contos'. Lo sean o no están siempre bien relatados, viniendo de un arcángel.
La foto me gusta. La cerámica popular, cuando más sencilla y menos adornos, más bella luce en cualquier foto, con tal de que tenga una buena luz.
Un abrazo contista.
.·
LMA · & · CR
Pues parece que también tú encontraste tu olla !!!
ResponderEliminarMe gusta como la has procesado.
Un abrazo, Miguel.
Jajaja, Emiliano, la «olla» a mi se me fue hace tiempo y desde entonces la tengo perdida. ¿Qué se le va a hacer?
EliminarLo bello de la forma, de las líneas puras,
ResponderEliminarrepresentadas en esta estupenda fotografía
donde la sombra se recrea en la curva.
Un abrazo.
Ciekawy post!, pozdrawiam
ResponderEliminarWith pots and pans, it is beautiful Miguel.
ResponderEliminarEs un agrado pasar por este blog Saludos
ResponderEliminarMuy bien trabajadas las luces y sombras en esta foto, Miguel, generando una sensación de volumen muy interesante.
ResponderEliminarSaludos.
Amena lección de lengua galega, habría que cambiar el conocido refrán por: "La letra, por la olla entra".
ResponderEliminarJaja
Un abrazo Miguel y disculpa por la broma, a mi también se me va la olla.
El caso de Melquíades se repetió a lo largo y ancho de España durante el siglo XIX y principios del XX, bien fueran campesinos o terratenientes, profesores universitarios o coleccionistas. Allá donde había cerámicas, ellos las recogían pacientemente, con la ilusión de encontrar un tesoro, de los moros o a saber... Llenaban sus moradas de cacharros barruntando que tenían algún valor y¡vaya si lo tenían!
ResponderEliminarUn saludo
Estas ollas y pucheros me recuerdan mi niñez, la abuela cocinando en ellos en el 'fuego bajo'.
ResponderEliminarLa foto de lujo y el texto estupendo ... tendré que probar de poner monedillas en algún jarrón a ver si se convierte en una pieza de museo...
Un abrazo
La cerámica es una de las cosas que más disfruto al contemplarlas y más al ver como se hacen.
ResponderEliminarAbrazos.
Muy buena imagen, con excelente luz. Me encanta
ResponderEliminarLa foto es preciosa y el texto muy interesante.
ResponderEliminarFeliz semana.
Menudo cocido de garbanzos que se puede hacer y de paso invitamos a Melquiades.. Un abrazo Miguel :)
ResponderEliminarBuena olla y mejor texto. En casa tenemos una pequeña no con monesdas de oro, sí con los céntinos que no que queremos:))
ResponderEliminarBesos.